La trufa de invierno forma tuberosidades de forma irregular, con dimensiones que pueden variar desde el tamaño de una nuez al de una manzana, y de superficie cubierta de verrugas negras, de forma prismática poligonal. Cortada, la trufa muestra su carne blanca o un poco morena, jaspeada de venas de color más pálido. Desprende un agradable aroma, y es uno de los hongos más estimados, no para comérselos a bocados, como los otros, sino para condimentar manjares de gran estima.

Madura sus esporas a finales de otoño y durante el invierno.

 

Se cría en los bosques de robles y encinas, en los Pirineos y montañas próximas, sobre todo en los terrenos calcáreos de Cataluña.

 

Composición

Las trufas contienen alrededor del 75% de agua, e, incineradas dejan cantidades variables de cenizas, por lo menos el 2%. Las substancias nitrogenadas alcanzan del 7 al 8%, las grasas de un 0,50% y el resto corresponde a los hidratos de carbono.

 

Virtudes y uso

Las trufas se destinan a usos culinarios, cortadas a rebanaditas. A este respecto, son famosos los pavos, los jabalíes y el foie-gras trufados.