La salvia forma una mata de 1 a 3 palmos de altura, leñosa en la base y con los vástagos herbáceos que se renuevan todos los años. Florece a partir del mes de mayo, y perdura la floración buena parte del verano. Se cría en las llanuras áridas de Cataluña, Aragón y Castilla. Se recolectan las hojas de los brotes jóvenes o las sumidades a punto de abrir sus flores.

 

Se emplea en cocina, tanto fresca como seca. Está particularmente indicada para condimentar las carnes, tanto en rellenos como picadas, también sirve para condimentar los pescados. Sus hojas contienen aceites volátiles, amarina y tanino. Para calmar las inflamaciones de la cavidad bucal y hacer gargarismos, la salvia se utiliza en pequeñas dosis. Además modera el exceso de transpiración y favorece la actividad del hígado y la bilis.

 

La complejidad de sus virtudes hace que se emplee también contra la gota atónica, el reumatismo crónico, la jaqueca, los dolores de cabeza de origen digestivo o nervioso, la hidropesía, el edema, para combatir los sudores nocturnos, regularizar las funciones menstruales de la mujer, y también como tónica y digestiva, tómese una tisana de salvia. Se preparan 3 tazas al día, a razón de 15 gramos de las hojas de salvia para las 3 tazas. Se toma una después del desayuno y las otras 2 después de comer y de cenar.